jueves, 4 de septiembre de 2014

A la deriva

Amanece un nuevo día. Un tenue sol intenta calentar la incansable brisa que nos acompaña desde el principio de este viaje. Las heridas que el Kraken causó, dejaron de sangrar no hace mucho, las cicatrices del ataque están aun frescas.

Todo transcurre con normalidad, aunque desde el ataque la pesadumbre invade cada paso que doy. Inmersos en nuestros quehaceres y sin previo aviso un estruendo atroz ensordece el ambiente, el tiempo se ralentiza, caigo al suelo, alzo la vista y sobre mi cientos de astillas pasean entre el espacio que separa mi cabeza de la verticalidad. Una bala de cañón ha hecho añicos el timón. Una voz se alza.

Nos atacan.

Abandono mi yacente posición. Corro hacia la borda. Cual es mi sorpresa al ver que quien nos ataca porta nuestra misma bandera. La misma voz otra vez.

El Jolly Roger nos ataca Capitán.

Otro cañonazo, adiós al puesto de mando. El Perla Negra está haciendo estragos. ¿Por qué nos ataca El Holandés Errante? Claro, ya lo entiendo. Con paso firme me dirijo al palo mayor, doy orden de que suceda lo que suceda, no dejen de navegar. Subo a lo más alto. El fuego cesa. Salto al vacío. El mar me abraza y me devuelve a su superficie. El Queen Elizabeth se aleja, el que fue mi navío también.

Ahí me hayo, en mitad del mar, flotando a la deriva. La marea arrastra mi cuerpo a tierra. Curioso, el Perro me estaba esperando. Me guia más allá de cualquier camino. Este es tu nuevo campo de batalla, Capitán.

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