martes, 11 de diciembre de 2012

El Propósito de los Dioses


Largo está siendo mi camino. Lo que un embarazo dura llevo caminando. Tantos senderos he recorrido ya que todos me parecen iguales. Tantos senderos he recorrido ya que no se por donde ando. Tantos senderos he recorrido ya que estoy perdido.

Hay una parábola que dice que un pastor dejó a su rebaño para buscar a una oveja descarriada. Al parecer debe haber algún diosecillo de esos aburrido en su mundo, el cual no me voy a detener a describir para no ofender sensibilidades, que ha pensado que yo soy esa oveja.
Como todo buen dios que se precie no puede venir el mismo a hablar conmigo, tiene que enviar a un profeta. Uno de estos profetas se ha presentado ante mi, y me ha obsequiado, además de con una charla insufrible e innecesaria, con el libro sagrado de su fe. Entre otras cosas, me dijo que ante todo él no quiere convencerme de que crea en su dios o en ningún otro, solo que sepa que es lo que dice su dios y si estoy de acuerdo por qué no seguirlo.

Ante todo, creencias religiosas aparte, me gusta considerarme persona de bien. Ya sabéis, vive y deja vivir, haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti. Yo personalmente resumiría toda esta parafernalia religiosa del bien en una simple palabra. Respeto.
Yo respeto que cada cual haga con su vida lo que quiera siempre y cuando no suponga un mal para la mía, o para la gente a la que quiero.

Así que basándome en este respeto, por increíble que parezca, o que me parezca a mi más bien, voy a intentar leer el libro. Será el primer libro de este tipo que voy leer, y no es que no hayan llegado a mis manos otros libros sagrados. En verdad han llegado a mi más de los que pensáis, y más de los que a mi me hubiesen gustado. Pero bueno, me lo leeré más que nada por las molestias que se ha tomado el susodicho profeta. Quien sabe a lo mejor encuentro la fe (ironía).

A todo esto también quiero dejar algo claro a tod@s es@s que creen en algo, o en alguien, o en lo que sea, que comprendo que para vosotr@s es difícil entender que una persona no pueda llegar a creer, a tener fe, o como lo queráis llamar. Me parece bien, y para que podáis asimilarlo mejor os propongo que penséis que yo también tengo una religión donde yo soy mi único Dios, y mi doctrina es la que mi corazón y mi razón me dicta. No la que alguien a través de otros me quiere hacer pensar que es la correcta.

Como he dicho al principio estoy perdido, pero yo al menos no he dejado de andar. Prefiero andar perdido que abandonarme al destino y esperar que alguien me rescate.

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