miércoles, 5 de marzo de 2014

Tormenta


Se oye ruido fuera, un "Perro" llama a mi puerta.
-La Mano te reclama. Capitán.

Llegamos al puerto. Me entregan un barco viejo y ajado. Una tripulación que lo más parecido al mar que hayan visto con anterioridad es un vaso de agua.
Me quieren convertir en pirata, dicen. En bucanero más bien, les respondo yo, los piratas se rigen por un estúpido código de honor que ellos mismos crearon. Acaso tu no tienes honor, preguntan. No para con vosotros, evidencio.

Hago subir al navío a los que he de aceptar como su marinería. Levo anclas. Zarpamos.
Los dejo deambular por la cubierta, mientras tanto acomodo mi camarote. Un ruido me saca de mi letargo mientras colocaba mi "Flor" en el lugar más seguro que pude encontrar allí dentro.
Curioso, salgo al aire libre. Huele a sal, estamos navegando. Toc... Toc... Toc... una pata de palo sobre la madera. El rasgar de un garfio sobre el mástil. Esos son los sonidos que me despiertan de mi sopor. Cojos y mancos deambulando por mi barco.

Llevamos varios días navegando, ningún accidente grave que remarcar, pero hoy en el horizonte, allí donde la vista ya casi no alcanza se vislumbran nubes negras.
No se cuantos días han pasado, pero pocos. Alcanzaremos esas nubes mañana, hay que prepararse para la tormenta.

El barco zozobra sin rumbo alguno, la lluvia no nos deja ver, los truenos asordan mis ordenes. Hay más agua dentro que fuera. Sin previo aviso un enorme monstruo marino surgido de quién sabe que remoto agujero se aferra a la borda. El barco recupera su horizontalidad original, el monstruo engulle al que hasta aquel entonces era el contramaestre, el vigía cae en sus fauces también. Suelto el timón, de un salto me sitúo entre la bestia y lo que me queda de tripulación. Es un ser nacido de los sueños de Julio Verne. Por un instante nuestros ojos se encuentran. Ruge cual mil tormentas y vuelve a desaparecer en las profundidades. De momento todo ha acabado.

A la mañana siguiente atracamos en el puerto de algún lugar. Reparamos la nave, y buscamos nueva tripulación. Zarpamos otra vez, y algo me dice que a lo que nos hemos enfrentado en estas semanas no es ni el aperitivo de lo que en realidad nos espera.

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