domingo, 11 de enero de 2015

Sin Destino

Atrás dejé la batalla. El camino volví a retomar. Un nuevo lugar quise encontrar. Mi castillo por fin conquistar. Y a mitad de camino muere mi caballo.

Terminó la partida de ajedrez, derroqué al rey, y por las noticias que los cuervos me traen se que poco a poco su reino se desmorona. No me alegro de ello, no obtengo regocijo alguno de las penurias de otr@s, mas tampoco me apena.

Vuelvo al lugar que llamaba hogar. Las atenciones recibidas, el tiempo a mi dedicado, el afecto obtenido, no hay nada valuable en este mundo que pueda comprarlo.
Más tiempo del que acostumbro se demora mi presencia junto a la vuestra. Dudas invaden mi mente. ¿Qué mejor lugar que aquí? ¿Qué mejor compañía que la de ell@s? ¿Y si...?
Mis dudas se desvanecen al dejar que mis solitarios pasos me muestren las milenarias calles de piedra antigua con historias más antediluvianas que el propio tiempo. Me detengo ante un edificio majestuoso, único en su especie, patrimonio de la humanidad, y no se como llamarlo pues su nombre ya no es el que era. Han borrado su identidad, han aniquilado no solo su historia sino la de tod@s, por 30 miseros denarios.
Las cosas cambian, la ciudad crece, pero, al menos de momento, sigue sin ser sitio para mi.

Despierto al alba, no he dormido bien. Un día largo aguarda, mañana dormiré en la alcoba de mi torre. La jornada matinal pasa, la noche alcanza a la tarde ya dormida, un nuevo amanecer despunta entre las nubes surcadas hacia casa. Mis ojos todavía no se han cerrado desde la última vez que se abrieran. Estoy en casa, y no he venido solo. Recordamos memorias pasadas, memorizamos recuerdos nuevos. Pero todo acaba, o al menos debe hacerlo. A lo mejor no cuando quisieramos, pero acaba.
Vuelvo a vagar físicamente solo, pero solo físicamente pues mi corazón se ha prometido a latir eternamente, decidido esta vez, a encontrar mi castillo.
Cabalgo sin rumbo fijo, y ese no es el problema. El problema es que lo hago sobre un caballo famélico y ajado al que yo he conducido a tal estado.
Muere mi caballo
He de regresar a mi torre, buscar nuevas cabezas que cortar es ahora mi cometido. La búsqueda de castillos que conquistar abandono muy a mi pesar. Pero esta vez no demoraré el volver a ese camino otros tres años. No quiero pasar otro invierno en esta torre.

Así pues vuelvo a caminar sin rumbo y sin destino, pero lo que tengo claro es que no dejaré de caminar, por mucho tiempo que tarde en llegar a donde sea que debo llegar, no me quedaré en el camino.

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