viernes, 4 de enero de 2013

El Perfume de una Flor

Nieve está a las puertas de la ciudad. Frío ha tomado todos los rincones e impide que cualquier cosa pueda crecer en el jardín de mi castillo, cualquier cosa salvo la desesperanza. El hada está triste y distante, ha dejado de cantar sus dulces canciones posada en el alféizar de mi ventana. Mi jardín se ha quedado congelado y solo.

El eco de un cuerno escucho a lo lejos, Amistad está a las puertas. Vienen con regalos, ilusión y candor. Una sorpresa portan en sus manos, me la ofrecen sin reservas. Una pequeña semilla. El viento sopla. La semilla vuela de mis manos y termina en mi jardín. Lástima, nada puede crecer en una tierra congelada.
El alba llega temprano, hoy no hace tanto frío. El hielo de las ventanas se ha convertido en lágrimas que se deslizan por los cristales, y en mi jardín, justo donde la semilla cayó, una florecilla ha nacido.

La recojo con sumo cuidado, la trato como mejor puedo hacerlo, aunque no sea lo mejor que se merezca. La dejo descansar junto a mi cama. La noche llega, la oscuridad todo lo inunda, pero la sonrisa de mi florecilla resplandece. Es hora de dormir, o no.
Como cada noche, Morfeo se ha olvidado de mi. De repente unos dedos acarician mi brazo. La florecilla está en mi cama, y la verdad, no me resulta raro. Sus dedos acarician ahora mi espalda. Se entrelazan entre mi pelo. El dulce aroma de la calidez invade mis sentidos. Duermo como no lo había hecho en mucho tiempo.

Despierto. Amistad espera. Recorremos la ciudad, y en el ojal de mi jubón porto una linda florecilla. Impaciente deseo que el día termine para que la fragancia de mi flor me inunde al dormir. Los días pasan, Amistad debe partir a sus tierras y con ellos se llevarán mi florecilla. Una última noche resta para embriagarme no solo de fríos brebajes de malta, si no también para embriagarme del perfume de una flor. No desperdicio mi oportunidad, Morfeo insiste en entrar, pero esta noche en mi cama no hay lugar para él.

Amanece. Amistad marcha con una flor marchitandose entre sus manos. -"¿Por qué se está marchitando la flor?"- Pregunto antes del último adiós. -"Se marchita porque en tus tierras congeladas nada puede llegar a vivir. Se marchita porque en realidad ni siquiera es una flor. Lo que nosotros te regalamos fue un sueño, un sueño que acaba hoy, un sueño que te ha mostrado lo que quieres pero que no vas a tener. Este no es lugar para las flores. Despierta."
Se van. Deambulo el resto del día pensando en aquella florecilla y en la duda de si fue real o un simple sueño. La noche llega y mis pies me conducen a mi cama. La flor no está. Yazco en mi catre y un dulce aroma de calidez invade mis sentidos. Mis sabanas están impregnadas de su perfume. Morfeo me saluda -"Ni el perfume más caro de este mundo, dura eternamente."

Despierto. Ya no albergo duda que todo fue un sueño. He decidido sumirme en mis sueños para estar con mi flor. Tal vez algún día al despertar ella despierte conmigo, y al levantarme me rodee con sus brazos y me susurre al oído -"No te vayas, quédate conmigo".

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