lunes, 25 de febrero de 2013

¿Y mañana?

Despierto.
La Noche sigue abrazando al mundo. Mi armadura, algo oxidada ya, y mi espada, mellada y con restos de la batalla de ayer, esperan a serme útiles otra vez.

Un pie pongo fuera de mi celda, el primer paso del día hacia el campo de batalla. El primer paso que se repite una y otra vez.
Madre Tierra despierta, y al verme llora. Sus lágrimas herrumbran mi armadura. Riegan mi cuerpo. Embarran el lugar de la contienda. Madre Tierra llora al ver el alma que se le fue, el alma que ella misma cogió de la mano y la acompañó a la perdición. Un alma menos por la que luchar, un alma más por la que llorar.

Hoy el camino se hace largo. No sé si será por las lágrimas blancas que el cielo derrama sobre mi. No sé si será por el gélido abrazo de esta eterna oscuridad. No sé si será porque mi mente se ha detenido a observar una Flor. No sé si será porque mi cuerpo se resiente de tan larga lid. Lo que sé es que el camino, el mismo camino que recorro cada día, se hace largo.

Ha llegado la hora de la función, no hay tregua ni perdón. No hay amigo o enemigo, solo cabezas que cortar. Y cuando el telón se cierra, ni aplausos, ni ovaciones. Solo luces apagadas.

La armadura yace en el suelo, manchada con las salpicaduras de la sangre de otros. La espada, apoyada contra la pared, llora lágrimas rojas. Se ha acabado por hoy.
Duermo.

¿Y mañana?
Mañana otra vez.

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