Y en ese camino hicimos aliados, conquistamos castillos, cada cual se enfrentó a sus enemigos, e incluso luchamos juntos una vez. Pero esta guerra es muy larga y empezó a hacer mella, perdimos batallas y nos dimos cuenta de adonde habiamos venido. Aún asi cada uno era la muleta del otro, y no nos rendimos. Rodaron cabezas, conquistamos campos de batalla, pero...
Pero las muletas quebraron, los barcos ardieron, y en el camino se perdió lo único realmente importante en la vida. Nuestros caminos se separaron y cada uno lo afrontó como supo. Por mi parte comencé a soltar lastre, libré una, y otra, y otra, y una última batalla, para convertirme en un guerrero libre. Y así poder luchar por lo que yo quisiera y más importante aún, por quien yo quisiera.
Me enfrenté a dragones, aunque no conseguí nada, hice viajes increíbles, comencé a llenar mi jardín con seres fantásticos y flores capaces de volver a hacerme soñar.
Un año ha pasado. En ese año he visto nacer la ilusión, he forjado alianzas, he cortado cabezas, he visto morir al amor, y renacer a la esperanza, he conocido a través de otros al odio, he destronado al mismísimo diablo. Y lo mejor de todo que desde el momento que alcé un pie para dar el primer paso de este camino, ese pie todavía no se ha posado en el suelo, el primer paso todavía no ha terminado de darse. Es muy largo este trayecto, pero cuando finalmente el pie pose sobre el suelo, caerán los cimientos del mundo, y al final del segundo paso se alzará el mundo que estoy buscando. Un mundo sin raíces, un mundo por encima del resto, un mundo que nadie pueda alcanzar, para que no intenten destruir la base que lo sustenta.
Un año, una eternidad. Un año, un suspiro. Un año, exactamente eso, un año. Y lo mejor que puedo decir después de el tiempo transcurrido es...
Siempre, siempre, con Patatas.
Feliz año Nuevo
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