domingo, 8 de diciembre de 2013

Rumores

Fue una vez que existió un señor de la guerra, cuyo nombre, el largo paso del tiempo hizo olvidar. Junto a él siempre se encontraba su fiel y leal Mano, al cual, los amaneceres hicieron olvidar como se llamaba. Y así fue como reunidos los dos, decidieron emprender su propio juego de la guerra.

Al principio solo estaban ellos dos, pero por suerte para ellos siempre hay quien esta dispuesto a luchar. Eran pocos en sus comienzos, nadie que se preciara en el juego de la guerra sabia de ellos. Pero los años pasaron, las décadas, y el ejercito que primero no era más que unos pocos con ganas de molestar, se convirtió en un ejercito al que temer.
Dado que sus filas crecían y crecían, decidieron atacar más de un frente, y para ello crearon escuadrones. Al frente de cada escuadrón nombraron un capitán, el más alto honor que se le podía ofrecer a cualquier soldado de aquel ejercito; al menos hasta aquel entonces.

Pasaron los inviernos hasta que un día entre sus filas y sin ellos percatarse se alistó lo que ellos pensaron era un soldado más, pero resulto que no era un soldado, era un guerrero.
Mandaron al guerrero al escuadrón más alejado de todos los demás, allí donde no había ni pena ni gloria. Allí donde ni siquiera el señor de la guerra ni su Mano se dignaban a ir. Un lugar que no eran capaces de recordar el porque fueron hasta allí la primera vez, y menos aun porque se quedaron. Y allí, en aquel inhóspito lugar, el guerrero fue poco a poco convirtiéndose en el mejor de sus soldados.

Mientras tanto, en uno de los lugares claves en los que guerreaban, las cosas comenzaron a ir mal. El capitán que dirigía el escuadrón fracasó, y todos sus soldados cayeron. Lo peor de todo eso fue que ante tal incompetencia, al señor de la guerra, aconsejado siempre por su Mano, no se le ocurrió nada mejor que entregarle un nuevo escuadrón.

Al mismo tiempo que esto sucedía, llegaron a oídos del señor de la guerra rumores de un soldado que comenzaba a destacar por encima de los demás, mayor fue su sorpresa cuando descubrió que ese soldado luchaba en aquel lugar que creía ya olvidado. Ante tal noticia decidió ir a verlo.
Aquel día un gran revuelo dominaba el lugar, pues largo tiempo hacia que el señor de la guerra no iba a ese lugar. El señor de la guerra llegó, y todos los allí presentes alababan su presencia. Se dirigió hacia el guerrero, el soldado del que había oído hablar, se quedo de pie a su lado y el guerrero se dio media vuelta. -"Señor"- dijo el guerrero mirándole a los ojos. -"Soldado"- respondió el señor de la guerra apartando la mirada y reanudando el paso, para así poner fin a su visita.

Pasaron los días, pero no tantos como a ellos les hubiese gustado, cuando aquel capitán al cual recompensaron su incompetencia, volvía a estar en problemas. Los soldados de su nuevo escuadrón comenzaban a caer, y al menos esta vez tuvo lo decencia de ser él quien renunciase a su puesto. Ante tal acontecimiento la Mano se vio obligado a dirigir aquel escuadrón, pero eran tan pocas las fuerzas que allí quedaban que no era posible resistir mucho más.
Ante tal situación al señor de la guerra no se le ocurrió otra cosa que llamar a aquel soldado del que escuchó hablar.
-"Pero señor, no es más que un soldado. No habrá ninguna diferencia. Seria mejor abandonar ese lugar."- dijo la Mano.
-"He dicho que lo llames y que luche entre tus mermadas filas."

El guerrero acudió a la llamada. Mucho trabajo tenia por delante. Los días pasaban, más o menos el mismo número de días que pasaron hasta que el capitán desertor volvió a hundir a un escuadrón por segunda vez, y aquel escuadrón comenzó a resurgir, el lugar fue tomado y asegurado de nuevo.
El guerrero volvió con su escuadrón puesto que las fuerzas comenzaban a flaquearles, y restauró el orden.

A todo esto el capitán desertor regresó, pero sorprendentemente con un nuevo cargo, un nuevo honor creado para él, ayudante de la Mano. Aunque a espaldas suyas todos los soldados conocedores de su historia se referían a su persona como "El Perro".

Los días pasaron y una fiesta el señor de la guerra deció celebrar. Estando alli reunidos, la Mano se acercó al guerrero.
-"He de hablar contigo. El señor quiere recompensar tu valia, serás nombrado capitán. Tendrás una nueva armadura, de color negro será, y en ella tu nombre grabado estará. Solo tienes que decirme cual es tu nombre."
-"¿Mi nombre decís?
Mi nombre es...

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